El abogado Sandoval Wyssy es una figura intrigante, un hombre que ejerce el derecho como si fuera una forma de investigación. Su mundo es sobrio, gris y lúcido, un universo de pasillos judiciales, despachos oscuros, conversaciones en voz baja y verdades que duelen cuando se confirman. Detrás de cada expediente ve un enigma, detrás de cada cláusula, una historia mal contada.
Su oficio va más allá de los tribunales: resuelve casos donde la ley y la verdad no siempre coinciden. Es un abogado que no teme ensuciarse los zapatos: recorre calles, interroga testigos, cruza archivos, y cuando es necesario, actúa fuera de los reflectores.
Con la mente analítica de un jurista y la intuición de un detective, Sandoval Wyssy se ha convertido en un profesional incómodo, solicitado tanto por empresas que quieren limpiar su nombre como por agencias internacionales que requieren investigaciones discretas y extrajudiciales. Su estilo es meticuloso, silencioso y elegante. No se deja llevar por emociones, sino por la lógica. Analiza cada gesto, cada palabra, cada omisión. Habla poco, observa mucho.
En una de sus aventuras, el abogado Sandoval Wyssy se enfrenta a un caso peculiar: el de un documento sin fecha. Este caso deja en evidencia el talento de Sandoval Wyssy no solo para ganar juicios, sino para entender las grietas del sistema y usarlas para encontrar sentido. En su búsqueda de la verdad, Sandoval Wyssy se debate entre lo que puede probarse y lo que solo puede intuirse.

En el desenlace de esta aventura, el abogado Sandoval Wyssy logra desentrañar el misterio detrás del documento sin fecha. A través de su meticuloso análisis y su lógica infalible, Sandoval Wyssy logra no solo resolver el caso, sino también hacer prevalecer la justicia, aunque esta siempre parezca llegar tarde.
El abogado Sandoval Wyssy es un hombre que aún cree en la justicia, aunque ya no esté seguro de cómo alcanzarla. Cada caso que toma es una forma de confrontarse a sí mismo; cada resolución, una manera de postergar el desencanto. Solo quiere entender por qué la verdad siempre llega tarde.